Para poder iniciar una verdadera transformación en la sociedad, en nuestras relaciones, en todo lo que hacemos, y para encontrar ese tan ansiado bienestar, creemos es esencial conocerse bien. El autoconocimiento es la base de la salud mental; en un mundo agitado y revuelto, seguro tenemos todos importantes posibilidades de mejora. Habremos de empezar por conocernos, para entender y aceptar nuestra personalidad y así poder estar mejor con nosotros mismos, ya que finalmente nuestro estado anímico y energético, se propaga a nuestro entorno. A través de nuestro pensamiento, razonamiento, emociones, enfocamos nuestras ideas y proyectos, tomamos nuestras decisiones generando nuestras acciones, construyendo así nuestras vidas.

En nuestra experiencia la mayoría de nosotros no hemos dedicado tiempo a este tema o cuanto menos, no nos conocemos bien. En muchos casos no conocemos bien nuestras aptitudes, nuestros puntos fuertes, así como tampoco nuestros puntos débiles o perfectibles. No sabemos realmente como somos, que nos mueve a pensar o decidirnos por una cosa u otra, y tampoco conocemos bien cuáles son nuestras aptitudes innatas y sobre todo lo que podemos aspirar a cambiar.

En todo caso nuestra experiencia y nuestro conocimiento, ha sido mayoritariamente a través de un proceso de prueba y error, lo que generalmente ha generado en menor o mayor medida, roce, fricción y sufrimiento.

Parece que la mayoría de nosotros actuamos más de forma automática que de forma consciente.

Es evidente que conocerse, es un proceso crucial para nuestro buen desarrollo y para encontrar nuestra serenidad y nuestro lugar en el mundo; para entender dónde podemos desarrollarnos mejor, donde están nuestras mayores oportunidades. Para ello, no basta siempre con haber aprendido en base a nuestra experiencia, sino que muchas veces se necesita la ayuda de alguien externo, de un experto, que pueda ayudarnos con ese plus de objetividad. Alguien que nos ayude a entender cómo somos y cuál es nuestro verdadero potencial. A menudo nosotros somos nuestro enemigo y perdemos mucha energía que desgastamos de forma estéril.

Parece también que, para conocernos, debe de haber una motivación que nos lleve a hacerlo; hay muchas razones, como pueden ser el deseo de ser una mejor persona, cambiar algunos de nuestros patrones de conducta aprendidos que no siempre nos benefician, son otras razones de peso: el haber fracasado ya sea en la escuela, con los amigos, en el trabajo o con la pareja, el haber llegado a la llamada crisis de la mediana edad, y en menor medida el haber visto los resultados de alguien que se ha conocido bien.

Desafortunadamente, nos damos cuenta de que en la mayoría de los casos el denominador común del crecimiento personal, se corresponde a haber sufrido en nuestra piel, las inclemencias de la vida.